Está claro que la vida está llena de altibajos y hoy es uno de esos días que francamente no termina bien. Y tan cansada estoy que mi blog es el mejor escape para que quede en la memoria estos difíciles momentos.
Cuando ya no puedes hacer nada por lograr una comunicación adecuada, ni siquiera porque es el padre de mi hijo ya solo queda terminar con lo poco que queda de relación, antes que esta situación logre finalmente desestabilizar mi tranquilidad.
Pensar en culpas a estas alturas de la vida es hasta ridículo porque cuando una pareja se rompe siempre tenemos ambas personas parte de culpa y está claro que si hay una relación con una mujer del edificio de al lado (que por cierto yo conocía y considero que es una chica muy maja) es porque nuestra relación ya no existía desde hace tiempo.
Por más que intente hacer que nuestras conversaciones sean normales por el bien de Ale, es imposible y desesperante sentir el tono inadecuado y hasta la sensación de humillación. No soy una víctima pero está claro que me siento mal y llevo tiempo tratando de recomponer los miles de pedazos en los que se ha roto mi vida.
Más allá de una separación de pareja, hace meses que he estado pasando por la quiebra absoluta de «e-cléctica» y aunque hace unos meses era una sociedad al 50%, decidí quedarme con toda la empresa porque sentí que era mi responsabilidad la mala situación que vivíamos y preferí que uno de los dos estuviese «limpio» de deudas por el bien de «Ale».
Hoy no sé si me equivoqué con tal decisión, porque sinceramente no sé si se merece ningún tipo de consideración, más aún al quedarme sin ingresos y con unas enormes deudas (por mi nefasta gestión claramente y porque mis fieles clientes cerraron los proyectos en la misma época) mientras él recibió el paro, la ayuda familiar y el Prepara, gracias a las nóminas que percibió de e-cléctica. Así que me quedé sin dinero, sin empresa, y con deudas que posiblemente no termine de pagar en 10 años y con una separación poco amistosa de una persona que llama por teléfono para recordarme la mitad de los 25 euros de la piscina de Alejandro.
Intenté además crear una empresa de #ecommerce, invertí más de seis meses en aprender cómo crear una empresa, solicité ayuda de «expertos», hablé con varias empresas de logística, descubrí que Correos de España no trata de la misma forma a Canarias que al resto de España (no existe la logística inversa para nosotros), investigué sobre qué plataforma open source era la más adecuada y me decidí por Open Cart, y creé la plataforma por unos 50 euros, al final tuve que invertir en arreglitos para mejorar la plataforma, busqué diferentes negocios de exportación e importación, pero sin dinero para invertir en un stock y con la situación del DUA en Canarias es improbable conseguir liquidez en poco tiempo, así que Cestahogar ha durado unos cuantos meses y también la he cerrado antes de tener más deudas y desde luego no era lo mío. Por eso cuando hablan de #ecommerce en Canarias, se me revuelve toda esta mala experiencia porque doy fe del desconocimiento que existe sobre lo que se puede y lo que no se puede hacer aquí.
Hace meses toqué fondo y me vi sin dinero y peor aún sin futuro, con 48 años y con un panorama poco alentador. No podía hablar, tenía que seguir el «paripé» y no derrumbarme por lo menos externamente porque Ale no debe sufrir y mi madre con 86 años tampoco. Pero cuando ya no sabía que hacer y llegaba fin de mes con créditos que pagar y una hipoteca a medias, estalló mi situación y llamé a mi madre a la una de la madrugada para contarle lo mal que lo estaba pasando, para decirle que no tenía nada y que tuve que vender una pulsera de oro para cubrir deudas, ella y algunas buenas amistades supieron lo que me pasaba y me ayudaron en todo lo que pudieron.
El stress que me produjo la incertidumbre, el terror a cosas como el «desahucio» que estaba de moda, el veto que me hicieron en alguna entidad a causa de un «personaje» por llamarlo de alguna forma, y según algunas amistades «mi forma de proceder» , hicieron mella en mi salud y además de seguir subiendo de peso he pasado un año sin saber que tenía una enfermedad crónica llamada Lupus. Gracias a Dios que está ya controlada y que además solo está localizada en el cuero cabelludo. Ahora solo queda prevenir y revisar periódicamente sus síntomas que al final no es tan complejo como parecía al principio. Nunca pensé que los nervios y una situación de stress podía llegar a generar una enfermedad como esta pero así es.
Respiro profundo cuando Ale me llama por teléfono por las noches y me cuenta lo bien que lo está pasando con «….» (la pareja de su padre), aguanto mi carácter cuando se queda en la puerta esperando a que su hijo recoja no sé qué cosa, aguanto quedarme «a medias» con la organización del cuarto nuevo de Ale, teniendo que armar como pude una cajonera que quedó de pena (mi hermano menos mal que lo arregló después), pero ya hoy no pude más.
Escuchar en el teléfono a mi hijo decirle a su padre «pero no te enfades eh»… me superó, porque ya es habitual que exista el «enfado» y no me parece justo, porque Ale no se lo merece y lo que necesita es que haya respeto y educación.
Supongo que Gerard piensa que estoy obsesionada con él, o que voy a quemarle la casa a su novia, o yo qué se. Por eso quiero hacer constar que hace mucho tiempo que lo que fue amor se convirtió en «nada», mucho antes de que por equivocación me mandara tres mensajes de whatsap que iban dirigidos a otra persona, mucho antes de que me enterase de su relación con una persona que ambos conocíamos, mucho antes de que escuchara comentarios de la familia sobre lo que el padre nos dió (flipé claro) o de cómo lo tenía «sometido».
En fin, asumo mi imposibilidad de tener pareja, de ser una persona difícil con un carácter complicado (aunque lo estoy controlando) y eso sí, con un corazón enorme para querer a mi hijo por encima de esta lamentable situación. Por él siempre sonreiré y tragaré los malos rollos porque sí que no se lo merece. Y a Gerard le dedico este post para que comprenda que poco me importa pero que se acabó por mi parte volver a escuchar su «mal humor» cada vez que habla conmigo o sobre mí.
Desde luego «Todo por #Ale» porque por mi salud lo mejor sería no volver a ver a su padre y seguramente pensará igual. Es triste que tras 8 o 9 años (ya ni sé) lo que quede es esto, triste y lamentable.
Que te den… así de claro …
Pero esta historia tiene un final feliz, a pesar de todo y de algunos… Soy afortunada y tras un mes realmente crítico, se sumaron oportunidades que me han hecho resurgir de las cenizas como «el Ave Fénix» y hoy nuevamente estoy poco a poco saliendo de ese pozo temporal… Todo se pasa en la vida y gracias a mi pequeña familia, a mis buenas amigas y amigos (por cierto muchos de ellos los conocí en las redes sociales) y a empresarios que han confiado en mi trabajo, ahora vuelvo a comenzar.
e-cléctica queda en el pasado, tengo aún que terminar trabajo pendiente que durante las noches y fines de semana hago yo misma, tengo aún un I+D+i que justificar y deudas que pagar poco a poco.
Ahora tengo muchas ganas de seguir colaborando para otros, porque no sirvo para empresaria y está claro que hay personas que hacía tiempo que ya lo sabían y bastante claro me lo dijeron en #Twitter cuando me pidieron «resultados» de la empresa cuando debatíamos sobre otra cosa.
Carmen Martín sigue siendo como es para bien y para mal, me gusta debatir y de hecho es mi «marca», así me lo dijo un ponente que tuvimos en Tenerife, que para mi sorpresa me recordaba por mi participación en la Red Innova, cuando me levanté a preguntar y a opinar sobre lo que hablaban; según el esa participación me ayudó a darme a conocer.
Pero ahora tengo un límite y cuando del debate se pasa a la ofensa, dejo de debatir y no caigo en ese juego… Además mi tiempo está dividido en dos empresas que han confiado en mí y en proyectos que poco a poco iré compartiendo…
Posiblemente muchas de mis amistades consideren que «airear» mi vida privada es un error, pero no lo es porque después de muchos meses creo que es mi mejor terapia y también una muestra de lo que por dentro también tengo: sentimientos y vida.
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