Ayer tuve la obligación de ir a acompañar a mi hijo Alejandro de seis años, a uno de esos habituales cumpleaños de sus amiguitos, en los que tan rara me siento.
La verdad es que soy una madre atípica y no suelo establecer muchas conversaciones con las otras madres y padres. De hecho me aterra tener que estar sentada en la mesa de los gusanitos y refrescos hablando de cosas que no me suelen interesar, así que suelo quedarme alejada de este espacio y aprovechar para trabajar con mi IPad.
Pero ayer no tenía batería mi cacharro geek así que fui sólo con mi móvil y con un libro dispuesta a ponerme a leer. Pero me senté con la madre de uno de los mejores amigos de mi hijo y con alguna que otra madre que sé que me ven como bicho raro. Y después de las conversaciones sobre lo buenas que son las profes, la intranet del cole que nunca leo (en casa de herrero cuchara de palo), surgió el tema del momento: los controladores. La madre del amigo de mi hijo, que suele ser muy recatada y educada, cambió su aspecto y comenzó a defender a los controladores de una forma bastante sospechosa porque arrojaba datos que el resto desconocía. Yo escuché con atención y unos minutos después cuando estábamos a solas me confesó que su marido era controlador. Y entonces me dio hasta pena ver cómo me lo decía en secreto, como si se tratara de un enfermedad contagiosa. Después me empezó a contar que no todos los controladores ganan los millones que dicen, que llevan meses discutiendo sobre su situación, que habían advertido que las horas pautadas no iban a ser suficientes y que la gota que colmó el vaso del colectivo fue un Real Decreto dictado sin anuncio previo, que les obligaba a devolver en trabajo los permisos legalmente adquiridos y que, por ejemplo, sólo tenían derecho a coger un máximo de 5 días seguidos para las vacaciones.
Entonces comprendí que el mundo tiene muchos matices y que los controladores no son los apestados de la sociedad española y que si cualquiera de las otras personas que trabajan les imponen situaciones similares, seguramente les hubiese parecido una situación insostenible.
Conocer la versión de primera mano me ha hecho ver la situación desde los dos puntos de vista y como buena periodista, pretendo siempre ser lo más imparcial posible.
Pero como dije en tono un poco de humor negro, los controladores han construido una nefasta campaña ante la opinión publica y está claro que se han echado a todo el mundo encima.
No se puede aceptar el caos creado porque estamos en un momento complejo o por lo menos así nos lo recuerdan a diario.
Pero tampoco se puede usar esta situación para usar a los controladores como «cabezas de turco» de errores cometidos anteriormente, porque si ellos son funcionarios me imagino que el salario se lo ha puesto alguien.
Quizás el problema está en cómo deshacer una situación insostenible a mi parecer, porque si queremos vivir en un mundo realmente emprendedor, la filosofía del funcionario «apalancado» no es precisamente beneficiosa y sólo se entiende en un país mantenedor de personas con pocas «ambiciones» y con bastante poco espíritu del «riesgo».
Redactado desde mi iPad
Carmen Martín Robledo
La manera en que han gestionado su protesta (no huelga legal) deslegitima cualquier reivindicación.
Nunca puedes tomar como rehenes a 650000 personas por el poder que te confiere tu puesto de trabajo, para protestar por un convenio que es injusto.
Parte de la culpa la tienen el propio sindicato de controladores, quien desde hace tiempo viene coartando la posibilidad de que haya más efectivos, para poder repartir de manera más lógica los turnos y el tiempo de trabajo. Cuantos menos controladores, menos a repartir el pastel monetario, pero las condiciones de trabajo y personales empeoran.
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Totalmente de acuerdo Nuria, creo que ese es el problema. Sobre el número de efectivos yo también lo había escuchado, pero la verdad es que no sabía que el Sindicato pudiése determinar el número de puestos.
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Una pequeña rectificación, los controladores NO son funcionarios. Son trabajadores de AENA con contrato indefinido.
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Muchas gracias Aitor por la importante corrección. Creía por la seguridad con la que actuaban que eran funcionarios, porque todo el mundo habla de oposiciones y de lo difícil que es ser seleccionado.
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Es un error creerse poderoso. Y una enorme irresponsabilidad, actuar como si uno lo fuera.
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Juana, coincidimos en opinión y me encanta tu frase porque es algo tremendamente habitual, el poder desmedido llega a ser enfermizo en algunas personas. Es triste.
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Los horarios de los médicos de urgencias son peores que los de los controladores, su nivel de estrés alto, y sus descansos no siempre los que se deberian …. y nuestra vida puede estar en sus manos …. y sus sueldos son menos de la cuarta parte de lo que gana un controlador.
Soy ingeniero, pero trabajo en un hospital.
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Supongo que el problema es que a los controladores de «a pie» que tienen buenos sueldos, se les ha ido de las manos el sindicato que supuestamente los defiendo, pasa en toda la Administración, los sindicatos (en general) y, los de un solo estamento (en particular) se han convertido en «órganos de poder» y la lian «desmedidamente» por cosas que si tuviesen un mínimo de sentido común, no harian.
Ni se puede ni se debe paralizar el tráfico aéreo de un país entero por razones que el resto de la población, ni entendemos, ni compartimos, en pleno puente con miles de personas en los earopuertos …. es simple.
Trabajo en Sanidad ¿os imagináis que los médicos deciden (sin previo aviso) dejar todos el hospital? …. y los pacientes muriéndose por los pasillos …. la imagen sería dantesca ….
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