Carmen Martín Robledo

Somos naturaleza y cultura

Ayer estuve leyendo a mi hijo, un libro que compré en el Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía de Madrid. El libro se titula «Pequeña Historia de la Pintura» y relata el arte para los niños de una forma tan atractiva para ellos como para los adultos. Además las ilustraciones son de Mingote, así que merece la pena por partida doble.
En la captura del libro les enlazo la página que han creado, con información adicional y su venta electrónica.



Después de compartir con ustedes mi adquisición comienzo mi post basado en uno de los párrafos que leí y que se relaciona mucho con las conversaciones que mantuve durante mi ultimo viaje a Madrid, cuya excusa fue el Simo pero que tenía realmente como objetivo conocer y escuchar a las personas.
Hablábamos de formación, de los modelos formativos, de la nueva forma de comunicarnos y de lo que estaba fallando, porque el discurso en los Congresos y Jornadas, en muchos sentidos nos parecía repetitivo, fuera de contexto y hasta aburrido. Algo está pasando y creo que se necesita un cambio de modelo expositivo y de aprendizaje.
Y mira por donde, que el libro que le compré a mi hijo me dio la razón de lo que yo creo es lo que pasa particularmente en España y en cada uno de los lugares que habitamos. Todo se reduce a una adecuada combinación de «naturaleza y cultura». El autor José Antonio Marina nos dice: «Tenemos cerebro. Eso es naturaleza. Lo hemos llenado con conocimientos. Eso es cultura. Podemos hablar (eso es naturaleza). Hablamos español, catalán o vasco (eso es cultura)».

El ser humano tiene capacidades intelectuales para hacer y una cultura que le permite saber hacer de forma adecuada a su entorno, a su identidad. Somos iguales pero nuestra diferencia nos hace únicos en la sociedad. Es lo que llaman los antropólogos «relativismo cultural» y en el que yo creo es el problema de base de la formación actual en muchas partes del mundo. El aprendizaje tiene una parte de naturaleza y una parte fundamental de cultura y debe permitir que se adapte a nuestra identidad. España, en un intento desesperado de buscar mejoras, lleva mucho tiempo pretendiendo importar modelos de conocimiento de otros países y lo malo es que esos modelos no se adaptan a nuestra forma de ser, pensar, trabajar o actuar en su totalidad. Querer cambiar nuestras costumbres de siglos de antigüedad nos lleva al fracaso seguro y sinceramente, no sé si me gustaría vivir de la forma anglosajona.
Creo que estamos o pretendemos basar nuestros conocimientos en patrones «gringos» hasta tal punto que no sabemos ni siquiera crear nuestras propias palabras a la hora de definir nuevas profesiones. Dicen que por el tema de la internacionalización, pero se podrían usar ambos. Por ejemplo: Gest@r de Comunidad, Ases@r de Redes Sociales, Marca, Posicionamiento, etc. Pero nos empeñamos en decir que somos «Community Managers o Social Media Manager, Seo o Ceo y que el Branding o el Marketing Online son importantes»
Cierto es que si queremos ser globales un nombre no local y sí más genérico nos ayuda, pero de ahí a que nuestro lenguaje sea un auténtico papiamento me parece que hay un largo camino.
Apuesto por una posición ecléctica que nos permita poder mezclar las teorías adecuadas con nuestra propia identidad cultural y así construir un modelo mas adaptado a nuestro entorno y modus vivendi. Apuesto por una educación que siga mostrándonos el valor de muchos siglos de historia que es el valor añadido de Europa (y que no tiene USA) y la practicidad de las profesiones de futuro (según los modelos anglosajones siempre basados en la aplicación).
Cuando escucho que «estuve en la universidad» y no aprendí nada, me sorprendo porque en mi caso aprendí muchísimo y lo sigo haciendo y por eso apuesto por el estudio para tener una cultura que permita reforzar mi naturaleza, es decir, mi cerebro. Aprendí gracias a algunos profesores, aprendí de los que no me enseñaron nada, porque supe que no era lo que había que hacer, aprendí de las conversaciones que sobre la vida tuve con mi profesor de «Teologia de la Liberacion», más allá de la religión católica convencional y para mi asfixiante, aprendí sobre todo de mis compañeros y compañeras, porque comenzaron mis relaciones adultas basadas en algo mas que las hormonas que nos rodeaban y comenzó mi aventura hacia el continuo descubrimiento gracias a la curiosidad que tengo por todo lo que me rodea.
Creo que echarle toda la culpa a la universidad no sirve de nada y que como en todo, el gris debe ser nuestro color, ni es todo blanco o perfecto, ni todo negro o desastroso.
La universidad debe seguir luchando por el «pensamiento crítico» y por el análisis al que apenas hacemos caso cuando somos empresas, porque el día a día nos come y la falta de tiempo nos obsesiona hasta tal punto que pararnos a pensar seria una verdadera pérdida de tiempo.
Pero la universidad debe ser mucho mas ejecutiva, y dejar la endogamia que tanto le perjudica y sí, aprender del modelo abierto que universidades como Harvard están desarrollando, con la exposición de sus clases en Youtube, eso es cierto y nuestra universidad debe pedir ayuda y escuchar las opiniones de las personas que vivimos en el mundo profesional.
Tengo la suerte de estar cerca de esa universidad y también de la administración canaria, y se que me leen y se que algunas personas me escuchan porque aunque algunas consideran que soy demasiado «contestataria» otras ven el fondo de mis planteamientos como el aporte que quiero dar: una modelo de aprendizaje y trabajo entre la academia, la administración y la empresa, con aportaciones de cada sector para el mismo fin: la mejora de nuestra sociedad.

Redactado desde mi iPad
Carmen Martín Robledo

2 comentarios »

  1. Estoy muy de acuerdo con lo que cuentas y es mucho, por cierto, lo que dices. Comento un par de ideas aunque se me han encendido unas cuantas:

    – No se puede pasar una idea que funciona en un país (o que nos venden como que funciona) directamente a otro. Ni siquiera la misma idea va a funcionar de una región a otra, de un barrio a otro. Se buscan recetas, pero no hay nada que hacer sin profundizar, comprender y crear. Podría ser más fácil pero no lo es. Ni siquiera todos estos movimientos que hablan de creatividad tienen en cuenta que cada persona es diferente y que no todos los seres humanos se sienten cómodos en entornos abiertos y desestructurados (de hecho, solo unos pocos nos sentimos cómodos así y no siempre ni de cualquier forma)

    – Escucharnos, vernos, conocernos, mezclarnos… Ahora que estoy coordinando un proyecto transnacional de empresas, centros educativos de Formación Profesional y universidades, me doy cuenta de lo poco que nos conocemos unos a otros, hasta el punto de no entendernos. En este año y medio que llevamos trabajando juntos hemos hecho grandes avances en este sentido, la mezcla es higiene disciplinar, salud necesaria.

    Contestataria, revolucionaria… no me considero poseedora de ninguna de esas etiquetas que me asignan. Me conformo con echar una mano interconectando redes.

    Un abrazo, Carmen, enhorabuena por tu post.

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    • Gracias Ainhoa. Precisamente tu y yo somos como mi post, iguales por naturaleza y culturalmente diferentes. Lo mejor que tengo en esta vida es precisamente la oportunidad de aprender de esa diversidad y contar con personas que siempre me enriquecen como tu. Y efectivamente, veo continuamente como dirigentes de pequeñas o grandes localidades se equivocan cuando plantean acciones basadas en éxitos en el extranjero. También conocemos precisamente muchos casos de éxito gracias al uso adecuado de la identidad cultural, como el Pais Vasco o Cataluña.
      Besos

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