Carmen Martín Robledo

¿Privado o Público? El eterno conflicto

BalanzaEn muchas ocasiones me he visto en discusiones por defender el derecho que tenemos todos de decidir por una educación superior privada o una educación pública en España.
No tenemos la misma suerte en cuanto a la salud, porque mientras funcionarios pueden decidir escoger entre Sanidad Pública o Privada, el resto de los trabajadores y los autónomos claro, no nos queda otra que aceptar lo bueno y lo malo de la Seguridad Social.  Esto lo viví en primera persona porque cuando trabajé en la Universidad de Salamanca, era profesora pero con un contrato de Ayudante de Escuela Universitaria (aunque no ayudaba a nadie) supe que los profesores Titulares y Catedráticos solían escoger la sanidad privada (tenían ese privilegio y unos cuantos más).
¿Que el servicio de urgencias de la Seguridad Social es el mejor? Posiblemente, pero resulta que no es lo que más necesitamos y cada vez que tengo que ir al médico de familia, para que a su vez este decida si me tiene que dirigir a un especialista y una vez pasado el trámite, tenga que esperar hasta un año para que me atiendan 5 minutos, es ahí cuando me encantaría tener lo suficiente, como para pagar por dos servicios sanitarios: el público y el privado. Y más aún cuando me toca el dermatólogo borde de turno, que decide a «simple vista» que no tengo nada y cuando le pido alguna prueba me dice que «NO».  Ante tal situación de indefensión decido solicitar cambio de especialista y después de decirme que tengo que solicitarlo por escrito ante el Jefe de Dermatólogos que (ños qué casualidad) es él mismo, me quedo como llegué, sin solución y teniendo que soportar a un amargado que decide por mi salud a «golpe de vista».
Hace poco formé parte de un debate en Twitter con una de las personas que por sistema decide que todo lo privado lleva detrás algo turbio y todo lo público es lo ideal, de hecho es un crítico del capitalismo (ese capitalismo en el que él vive) y adora por supuesto el ¿Comunismo? ruso y cubano.
ECI-121130-ALIMENTACIÓN-RUSA-03-VERTICALResulta que como él, conozco muchos críticos del capitalismo que disfrutan de él con las virtudes de poder «gastar» con el «sucio» dinero de este régimen capitalista.  Resulta que ahora hasta en el Corte Inglés leemos carteles en ruso, porque, ¡qué cosas! el turismo de este país gasta dinero a manos llenas, un país donde podemos ver una enorme desigualdad entre ricos (muy ricos) y pobres (muy pobres).
La política (cualquiera) es muy complicada y corrupción y diferencia económica existe en todos los regímenes existentes en esta tierra, pero lo que sí no podemos discutir es que sea de derechas o de izquierdas, la democracia es la opción y no acepto que un señor en el poder decida distribuir mis beneficios con los demás, a través de cartillas de racionamiento, mientras se dan la «gran vida».

Me encanta Pablo Milanés y Silvio Rodríguez cuando cantan el Unicornio Azul y muchas canciones románticas, pero eso no significa que defienda un ideal donde mucha gente es capaz de arriesgar su vida en una barca para vivir en un sistema en «libertad».

¿Qué España y muchos países democráticos también están llenos de corrupción? Esto está claro y no es algo que me alegre, como tampoco me alegra vivir como autónoma sin saber si el mes que viene tendré con qué pagar la hipoteca y los innumerables créditos de este mundo capitalista.

Pero es en este país donde también he podido vivir con cierta tranquilidad, salir al parque con mis perros y mi hijo sin que un menor de edad me apunte con una pistola para quitarme el móvil, como pasa en el país donde nací, Venezuela.
Es en esta isla, Tenerife, donde he crecido como profesional en Comunicación Digital y me han dado la oportunidad de colaborar actualmente como profesora de una Universidad (privada) en donde todo se ejecuta bajo criterios reales de calidad, donde los alumnos son tratados como «clientes» y por tanto se les hace caso siempre y se les respeta. Donde en el claustro de profesores puedes sentir que «estamos creciendo» y donde verdaderamente he sentido que estamos «colaborando».  Donde las clases no son masificadas y por tanto el aprendizaje casi es personalizado.
¿Que esto puede pasar en la Universidad pública? En mi caso tuve la suerte de vivir algo parecido cuando en un principio las clases de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Salamanca no superaban los 35 alumnos por norma. Pero es desde luego una excepción y aquí en la Universidad de La Laguna, amigas profesoras tienen clases que superan los 80 alumnos y digo clases porque son varias de este tipo. Así que al final de mes, por ejemplo, tienen que corregir quizás ¿300 o 400 exámenes? ¿Y queremos que este profesor haga un examen más innovador? No me hagan reír.

¿Cuál es la solución? Por supuesto menos alumnos por clase, más profesores cualificados, menos titulares y catedráticos eternos que nadie nunca juzga y mucho menos despide si no hace bien su trabajo.

¿Todavía piensan que se debe defender siempre lo público? Yo no cuando lo público me hace perder el tiempo y no me da lo que necesito, ni me da la posibilidad de exigir.
Por eso decidieron mis padres que estudiara en Venezuela en el Colegio Teresiano La Castellana, decidí estudiar en la Universidad Católica Andrés Bello (con una beca los últimos dos años por no tener ingresos suficientes al morirse mi padre), pagar con una beca como extranjera un doctorado en la Universidad Complutense de Madrid y después formarme en la UOC en uno de los mejores Máster en Educación y TIC de España que pagué a crédito con mucho esfuerzo.

Cuando España tenga un sistema público, por ejemplo similar al Holandés, entonces disfrutaremos de el, pero mientras tanto y ante tanta corrupción y mala práxis en la educación y en la sanidad, mientras pueda apostaré por lo privado, porque mi tiempo vale mucho y al menos si pago podré exigir.

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